Capítulo 1 -Niño Prodigio-
Hace apenas dos días atrás que había asesinado de nuevo, y aún la policía me seguía buscando, aunque no solo ellos me buscaban, sino que también un pequeño grupo de gente fanáticos de la religión, vale la pena mencionar que acabo de matar a un clérigo, alguien tan cercano a un “santo”, no sé como la gente no alcanza a comprender de que las personas, todas las personas siempre llevamos una o más mascaras, o es que solo queremos ignorar el hecho de que somos seres impuros, a veces estamos cegados a ver más allá, porque imagino que al ver las noticias en los medios locales, y nacionales (ya me había hecho la fama como un despiadado asesino) decían que como podía haber personas que pudieran hacer eso, vamos más del 90% de la población en mi país sigue una religión, era de esperarse que reaccionaran así. Escondido en un mausoleo de un pequeño cementerio de la ciudad, esperando a que los ánimos se calmaran un poco para poder seguir mi camino, sentado en el frío piso recargado a la pared, despertando de una fría noche con mi espada en mis manos, al contrario que muchos piensan que el asesino es un hombre que vive tranquilo después de asesinar, solo los que disfrutan matando son los que viven tranquilos, otros mueren o no quedan cuerdos, sin embargo yo no puedo dejar mi espada unos instantes, siempre alerta bajo tanto estrés, soportando todo este peso nada mas para encontrar quien fue el culpable de que iniciara este camino… no… solo busco la respuestas a por qué mi amor había muerto, Caroline, solo recordar su nombre me vibra el corazón, es lo único que me mantiene cuerdo deambulando en la vida como ser nocturno, lágrimas salen de nuevo de mis ojos. La risa de los niños me había sacado de mi sueño, esas risas que me hicieron levantar y salir del mausoleo lentamente hacia una de las paredes del cementerio, saltando tumbas, cruces y estatuas de ángeles, al llegar vi del otro lado a vario niños jugando en un patio de escuela, aquellas criaturas puras e inocentes que no conocen mucho sobre los que les espera de adultos, aún no comprenden que es la muerte en si, aunque también nosotros los adultos sabemos realmente que es la muerte, lo único que sabemos es que la tenemos segura.
De pronto había frente a mí una escena tan hermosa y tierna que daría calidez al más frío corazón, una parejita intercambiaba dulces, solo me hacía recordar aquella vez en la escuela primaria, la primera vez que te vi Caroline, yo era el más reservado de todos, rechazado por tener cierto don con los números, a mi edad de 8 años ya podía resolver ecuaciones de segundo grado como gente de secundaria, niño prodigio me decía mi madre, yo solo sentía que a veces era una maldición, todos me trataban como fenómeno, tampoco soy algún genio, solo había una manera en que aprendí a manejar los números así, leyendo, mi pasión era leer, leía en mi hora de recreo, sentado siempre a la sombra de un árbol sólo, a veces un grupo de niños llegaba y me lanzaban piedras, tierra o me gritaban “fenómeno”, pero una vez de los pocos días que me lo pasaba tranquilo, llegaste tú, con tu cabello negro largo, tus ojos color marrón, piel morena, la mirada coqueta y la sonrisa de un ángel, esa fue mi primera impresión, estabas frente de mí, y me dijiste “Hola”, el tiempo se detuvo en ese instante y por Dios juré haber visto a la niña más bonita de todo el mundo, yo no sabía que hacer, ni que responder no todos me decían “hola” sin burlarse… no podía dejar de mirarte, y tímidamente solo levante la mano y solté un risa tonta… me detuve pensando que eso te alejaría, luego te agachaste y acercaste tu cara como examinándome… oh Caroline, tu olor a chicle y a dulces de fresa era exquisito, luego me sonreíste de nuevo y dijiste “No veo que seas un fenómeno”, me reí y solo dije “es que no lo soy”, sacaste un dulce de tus bolsas y me lo ofreciste, esa bondad tan cálida que solo un niño puede dar, tomé el dulce instintivamente y por primera vez escuché tu nombre… “ me llamo Caroline” levantándote pues tus amigas te habían llamado con urgencia, pues como podía una chica tan linda juntarse con un fenómeno como yo, y sentado ahí hice mi mayor esfuerzo, estaba rojo de la pena, o mejor dicho tal vez de todo el desborde de ternura, abrí la boca y dije “me llamo A…”, la campana de la escuela había sonado sacándome de mis pensamientos, tomo el lazo que esta en la funda de mi espada, ese laso color violeta que usaste antes… el dolor de nuevo me invade ¿Por qué Caroline?, no entiendo por que te asesinaron.
—Vaya, vaya, tan patético como siempre Belmont— esa voz me parecía familiar, tan desagradable como siempre, la chica mas despreciable, antipática y sobre todo despiadada… —Ah, eres tú, maldición Belnamdes hace tiempo que te esperaba, aun me encuentro aquí sufriendo frío— y ella estaba de mi lado, que era lo peor del caso... Yessica Belnamdes, cabello negro, lacio y corto, de una estatura media, ojos negro y mirada profunda, sensual y fría, la asesina perfecta, chica sensual y despiadada, sus armas eran dos pequeñas espadas llamadas kodachis, y de armamento siempre le gustaba ser silenciosa, ella utilizaba un rifle semiautomático con un silenciador, y su puntería es terriblemente buena… no me gustaría luchar con ella, tal vez sea un alivio que este de mi lado. —Vaya, no me digas que ahora vas a matar niños— me dijo con cierta ironía después sentí su cuerpo pegarse a mi espalda, sus cabellos caían a la altura de sus ojos y su cara se asomaba por mi hombro. —No, tú no eres tan despiadado, verdad querido, aunque sería delicioso matar a uno, sería nuevo para mí, podría intentarlo con mi rifle— me susurraba al oído con voz sensual, —No seas estúpida, ellos no tienen nada que ver con todo esto— le dije en voz baja, levantándome un poco ella se bajó, y deslizando su mano sobre mi brazo hasta llegar a mi mano, y dándome un beso en la mejilla, me entregó un pequeño papel, ella se apartó de mí y antes de que pronunciara alguna palabra dijo —Tu próxima víctima, ahora solo interrógalo antes de asesinarlos, ¿entiendes querido?— cerró un ojo y con la mano hizo un gesto de despedida, mi próxima víctima en un papel, el quitarle la vida es tan fácil como romper este papel en pedazos, su nombre José Arturo López, la dirección era de un lugar a 90km de donde estoy, no quedaba otra sino que ir caminando hasta por allá, pero debo esperar al anochecer para no levantar sospechas, ni ataques de tumultos. Me alejo lentamente de la pared para regresar al frío mausoleo, donde había alimentos traídos por Yessica obviamente, podía hablar muy mal, ser desagradable, mandona, pero aún dentro de toda esa sensualidad había una linda persona, aunque es un hueso duro de roer. Sentado de nuevo en el frío piso del mausoleo, tomé la bolsa que había dejado antes Yessica, y la abrí lentamente, dentro de ella solo había un par de “sándwich” bien preparados, vamos no esperaba un manjar después de todo era comida, dentro de la bolsa también había una nota junto a un sobre a la que me dispuse a leer:
19/Enero/2006
Querido AB:
Espero que disfrutes la comida, no es mucho, pero es algo, antes que nada no se te olvide antes interrogar a tu víctima (ya te lo habré repetido varias veces), este sin duda es algo más difícil que un clérigo, es un político, tiene guardias y muy bien armados, en la tarjeta que debes tener en la mano esta la dirección de alguien que me debe un favor, ve con él y te proporcionará las cosas necesarias para que continúes con tu venganza.
Yessica Belnamdes.
La carta tenía sus labios pintados, era un color rojo carmesí, volteo la tarjeta, no dice ningún nombre, solo una dirección en letras negras, dejo a medio terminar mi “sándwich” salgo caminando lentamente del frío mausoleo, me pongo unos lentes oscuros para que nadie me pueda reconocer por la mirada, escondo mi espada en mi costado izquierdo con la gabardina, acomodo la solapa de mi gabardina y me desplazo lentamente a la calle, autos pasando, gente caminando gritando, alegre, enojadas, con tanta presión del trabajo, yo me sentía tan lejos de ellos aunque estuviera físicamente tan cercano a alguna persona, no podía faltar la gente que te ve raro, y uno que otro que te grite cosas por sentirse superior, cosas como “córtate ese pelo”, “parece puto”, “se cree mucho” son unas entre otras cosas que se me iban gritando en la calle, aunque si supieran quien era no dirían nada, son tan cobardes que para pelear necesitan de una “banda” de estúpidos igual o más estúpidos, van a todas partes juntos, hasta al baño, son “valientes” juntos, pero separados de su grupo, son unos tiernos gatitos. Veo a una señora caminar muy cerca de mí, me le acerco y ella se espanta, en sus ojos noto una inseguridad. —Disculpe señora, ¿en dónde se encuentra la calle Zaragoza?— le pregunto deteniéndola, su mirada se clavó en mi, revisándome de pies a cabeza y de cabeza pies. —Queda a solo dos cuadras de aquí— me contestó en tono seco, y volvió a su camino —Gracias— le digo últimamente las personas no son tan amigables, palabras como “gracias” o “por favor” se han olvidado, cortesías como “buenas noches” o “con permiso” solo muy pocos ya las utilizan, me encuentro cavilando sobre las banalidades del ser humano, ahora me encuentro cercano a la dirección, Zaragoza #53, una pequeña casa de color blanco, sencilla, con una cochera, un pequeño jardín bien cuidado, una puerta con una flor de color amarilla, podría ser de una mujer, toco la puerta 3 veces, la puerta se abre y tras de ella, no era una mujer quien estaba del otro lado, era un hombre con los ojos pintados y las pestañas rizadas, y sus labios un poco pintados, un homosexual. —Hola guapo. ¿En que puedo servirte?— me dijo mientras hacía una pose sexy, al parecer creyó que era uno que quería ser su cliente, le mostré la tarjeta dejándosela en sus manos, su cara cambio con un poco de desilusión, —ah, eres tú, pasa, tengo lo que necesitas aquí dentro— entro delicadamente a su casa, dejándome la puerta abierta, al entrar me percate que la casa estaba muy bien amueblada y daba un aspecto agradable, no podía creer que un hombre tuviera la casa así, no cabe duda que aun seguimos siendo un enigma, el estaba vestido en una bata y un “baby doll” sostenía una copa de ginebra. —Toma guapo, aquí tienes— me aventó unas llaves, tenían como llavero un ojo de peluche, me sentía raro, era muy lindo para un asesino y eso mismo fue lo que le dije. —oh, se me olvidaba algo, toma esto también, sencillamente no entiendo su vida— me dijo mientras me entregaba 8 cartuchos nuevos con balas con la punta hueca, este tipo de bala hace mucho daño, ya veo que Yessica tenía todo planeado, me llevó hasta la cochera de su casa, donde estaban ordenadas varias motos, de diferentes tipos, desde deportivas hasta una de las más clásicas. —Son todas tuyas— le pregunté casi tan impresionado de lo que tenía ahí —No tontito, yo soy muy delicada para andar en esas rudezas, son todas de Yessi— caminó hasta una moto deportiva color negro, vaya que si tenía todo planeado, hasta el color seleccionó, debo agradecerle cuando la vuelva a ver, Yessica, te has convertido en mi ángel salvador, llego hasta la moto y la acaricio, la toco lentamente, luego la monto, paso la llave y la enciendo, el motor suena, suena tan rico, el chico abre la puerta de la cochera, acelero un poco, empiezo a moverme hasta llegar a la puerta, —Muchas gracias, y también agradece a Yessica de mi parte— le dije mientras le estrechaba la mano —Oh no guapo, aunque cuando algún día decides regresar… podemos— la cosas se estaban poniendo algo serias, sinceramente no me interesaban los hombres, ante tan grotesca mirada puse a andar la motocicleta, tan pronto como pude, solo pude mirar por los espejos laterales como se despedía de mi, que chico tan raro, aun me pregunto como conoció a Yessica, bueno creo que no debo de cuestionarle, ya que sobre todo me ha ayudado, voy en camino por mi segunda victima en búsqueda de mi venganza, tampoco tendré piedad como ellos no la tuvieron con mi amor, Caroline, deseo saber por qué terminaron con tu vida, que fue lo que hiciste, maldición, derramaré un río de sangre por ti mi amor, porque necesito saber, necesito que estés a mi lado, mi preciosa Caroline, por qué me tuviste que dejar, solo me acerca a ti este lazo color violeta… Mi amor, voy por mi segunda víctima de los implicados en tu muerte, permíteme la fuerza para poder resistir hasta el final, vaya otra vez pensando en ella, mi mente es un revoltijo de ideas, mientras mi cabello vuela con el aire de la velocidad generada por la motocicleta… voy en camino de mi venganza….
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